viernes, 12 de agosto de 2011

LA FLOR DE WOODSTOCK EN EL PICO DEL AVE FENIX

Los veranos londinenses no tienen nada que ver, por estos tiempos, con esa típica imagen de la capital inglesa inmersa en una eterna y molesta neblina.-

El 2 de septiembre de 1666 un incendio, que nunca se descubrió las causas sobre su comienzo, arrasó con la ciudad dejando un millón de viviendas destruidas y la desolación a quienes vieron después de 4 días, no solo sus hogares, sino también sus vidas y sus sueños como se esfumaban junto a las humeantes montañas de escombros.-

Cuenta la historia que el lado positivo de esta catástrofe fue, el exterminio de la peste bubónica, que causaba estrago por esos días.- No sin menos esfuerzo que intereses y disputas de corte político, faltaron para poder reconstruir la ciudad, que fue nuevamente establecida según los mismos planos y disposición urbana que tenia antes de la ardiente tragedia.-

Winston Churchill, encendía un habano durante el verano de 1940, mientra en su mente daba forma al próximo discurso, de esos que suelen ser cautivantes hasta para el más desinteresado en la vida política de un pueblo; Hitler a kilómetros de allí, imperativamente ordenaba lo que se conocería como “The Blitz” (el bombardeo) asolando otra vez la arquitectura, la historia, la población y la Nación toda con sus ladrillos convertidos una vez más en polvo, sin lograr el objetivo principal del dictador que era la rendición de Inglaterra, para poder así anexarla a los territorios ya conquistados de Noruega y Dinamarca.-

A los 90 años, el 24 de enero de 1965, Churchill se despidió de este mundo siendo su deseo descansar cerca de donde había nacido (Blenheim), en el condado de Oxfordshire, y no lejos de la localidad de Woodstock. Paradójicamente, y como mera coincidencia, cuatro años mas tarde en una granja ubicada en el homónimo pueblo, perteneciente al condado de Ulster, Estado de Nueva York, de los Estados Unidos de Norteamérica, se congregaron por cuatro días en un festival musical, miles de jóvenes denominados “hippies” que pregonaban “amor y paz”, manifestando abiertamente su descontento con la guerra de Vietnam y el sistema capitalista. Izaban al viento como estandarte principal banderas con el arco iris, el vestuario era amplio, libre y colorido, que acompañaban con accesorios en su mayoría de producción artesanal, contorneándose al ritmo psicodélico de la música que marcaría un hito en la historia por su estilo basado en el consumo de drogas duras LSD, heroína, cocaína y alcohol.-

El “flower power” había dicho presente, marcando Woodstock 1969, el verano eterno de la juventud que era de flores llevar.- También por esos días, el hombre ya había conquistado la luna, esa misma que tantos galanes cursis de pelo engominado prometieron bajar a sus enamoradas, quienes cómplices de la piadosa mentira, se sonrojaban mientras sus pestañas relampagueaban bajo el reflejo del satélite natural.-
Hoy, Estados Unidos al borde del default, dejó filtrar el tufillo a putrefacto que corrió por la fibra óptica como reguero de pólvora, encendiendo la desconfianza del viejo continente y haciendo estallar en la cuna de su viejo aliado Churchill, el descontento generalizado de la juventud que ante los futuros pero inmediatos ajustes propuestos desde el gobierno, ganaron la calle con la violencia de la nada y la inseguridad por todo.-

Londres volvió a estar en llamas como en 1666, dejando las miserias humanas a la luz del día como en 1940.- De nada importó, que hace escasos meses, todos los ojos de mundo estaban allí posados para presenciar un cuento de hadas “real”, mostrando al mundo entero como una boda de fantasías, era tan frívola como real.- Mientras tanto, Harry Potter comprobaba cruelmente, que su fama estaba arbitrariamente condenada a la prisión del celuloide y a la última página de su libro final.-

La pulcritud inglesa, esta viva y por esos se desboca.- El paso del tiempo funcionará a favor de esa sociedad estructurada que tiene como el resto del mundo, sus cinco minutos de furia y anarquía, prometiéndose a sí misma, que mañana al templado sonido del big ben de las 5 de la tarde, el inmaculado mantel cobijando esa tasa humeante de té, devuelva el sosiego de la racionalidad.-